Verdades y dolores en la simpleza de la búsqueda del amor

Verdades y dolores en la simpleza de la búsqueda de amor no nació para ser un escrito, sino para ser un desahogo. Lo escribí en una de esas noches donde uno siente que no hay nadie más que uno mismo, y ni siquiera eso alcanza. Fue escrito cuando el amor ya no era una ilusión sino una herida, y la soledad pesaba más que nunca.

En estas líneas no hay metáforas escondidas ni adornos innecesarios. Hay dolor, hay lucidez, hay frustración y también una esperanza cansada, pero viva. Porque incluso en el peor de los naufragios, algo dentro mío insistía con remar.

Este texto refleja lo que sentía al intentar amar cuando ya casi no creía posible hacerlo. Es un espejo de esos momentos donde pensamos que estamos solos, pero en realidad nos estamos encontrando.

Creo que este es uno de los momentos donde debo retirarme de la vida para solo sentarme a pensar, al lado del camino, las cosas que quizás en algún punto de mi vida he hecho bien y otras que he hecho mal. También considero la opción de que me encuentro completamente solo y aislado; es tanta la soledad que en algún punto carcome mi ser por dentro, que ni siquiera yo me encuentro para mí mismo. Las malas pasadas de la vida me tienen harto, pero… ¿cuándo es el momento para decir basta?

Solo o no, la vida sigue, el tiempo pasa y la gente envejece. No encajar en sociedades hipócritas quizás sea el mejor don que en algún tiempo logré desarrollar, no sin antes haber formado parte de las mismas. La verdad es algo que enfada a mucha gente y que conmueve a muchas otras; hay quienes escapan de la misma y quienes la abrazan como si de un hermano se tratase.

Yo considero que la realidad no puede estar más lejana que el día a día de nuestras vidas. Con la simpleza tan característica que posee, me encuentro en un viaje imposible de ser realizado. No hay complicación que exista, tan solo soy yo el que la crea. Con o sin conocimiento, la vida se vive igual, pero de formas distintas: quien sabe, sufre, y quien no, vive. Afirmo esto puesto que… ¿vivir con dolor es realmente vivir?

No creo que el dolor sea algo representativo en la vida de las personas, sino más bien un puente necesario para aprender a vivir, o más bien, a crecer. Sin este, todo carece de sentido, ya que luego de la tormenta viene el arcoíris… pero sinceramente, eso es algo que jamás he visto.

De la tristeza transciende el aprendizaje, y con el aprendizaje nos convertimos en mejores personas. Empero, ¿qué sucede con la gente que se salta la etapa del aprendizaje sobre el dolor? Son esas las personas que por algún motivo mi corazón elige amar o, en algún punto, querer. El mismo patrón una y otra vez, repetido como un círculo sin fin, imposible de negar e imposible de salir, al menos en mi vida.

Si es que me doy algún valor, lo termino perdiendo con las decisiones patéticas que a lo largo de mi vida, en cuanto a relaciones, siempre he tomado. Tristemente, debo asumir mi derrota en la guerra que estoy llevando a cabo hace años contra el amor o las relaciones. Aquella guerra que en algún momento mi niño interior decidió emprender contra las desdichas como: “Las personas no cambian”, “No existe el amor”, “La confianza es cuestión de tontos”.

Cada vez el viaje llega más a su fin, y con este término afirmo que es cierto: las personas no cambian por simple naturaleza, sino más bien por intereses propios. Es por eso que el verdadero cambio se da con intenciones realmente nobles, y no con mierda barata. Aquellos que cambien con motivos que no salgan del corazón y no sean nobles, vivirán toda su vida contaminados por el cambio falso, jamás pudiendo progresar.

Quizás sea eso lo que me pasa a mí: debo cambiar y dejar de amar, pero eso sería una traición a mi persona o a lo que alguna vez aspiré. La paradoja de la pregunta y la respuesta es algo que jamás puede faltar en mi vida; sin estas, quizás sería un poquito más feliz. Y muy posiblemente, si dejara de buscar una profundidad donde solo hay abismo y superficie, terminaría por encontrar la simpleza de la vida, que es donde muchos afirman se encuentra la paradoja de la tranquilidad.

Ayer, hablando con una persona con la cual me siento entendido y, en cierto punto, identificado, me cuestionó algo muy bueno: “¿Qué es la simpleza para vos?”. Eso es algo en lo que jamás había pensado en cuanto a los ámbitos de mi vida. De tanto pensar en profundidad, quizás he olvidado mis bases.

¿Qué amaba mi corazón antes de buscar algo que no estaba dentro de mi entendimiento? Lo cierto es que tan simplemente busqué amor, compañía. Siempre caí ante el paradigma de que la vida se vive mejor acompañado. Claramente, tuve que haber escuchado a mi abuela cuando solía decirme que hay edades para todo. Sin embargo, ¿cómo encerrarme en algo como eso cuando veía que el mundo a mi alrededor podía y yo no?

Negado completamente ante ese golpe de realidad, decidí alterar mi destino embarcándome hacia terrenos desconocidos. En un pasado no muy lejano, me embarqué en la búsqueda del amor. Puede que ya sea hora de volver a mi puerto y refugiarme en mi faro, donde a duras penas logro ser feliz con la única compañía que tengo: mi ser interior.

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