Mara

Mara X — Partitura del estallido: inventario, culpa y juramento

Cómo se aprende a decir basta con la voz entera Te di todo: tiempo, piel, salario, descansos, proyectos, mi especie de fe; te di la llave y la casa y un nombre para los domingos. Te di mis mejores versiones y también mis escombros —porque así es como sé amar—. Y aun así, no bastó. […]

Mara X — Partitura del estallido: inventario, culpa y juramento Leer más »

Mara IX — La primera verdad (carta que no retrocede)

Cuando dejé de pedir perdón por existir No te respondo por gentileza ni por deuda. Te escribo porque me cansó la curvatura de tus mensajes hacia vos misma, esa órbita que todo lo chupa. Me alegra —sí, me alegra— saber que nunca vas a medir la magnitud exacta del cráter que dejaste: cómo partiste mi

Mara IX — La primera verdad (carta que no retrocede) Leer más »

Mara VII — Inventario de una casa (arqueología de lo que no vuelve)

La casa amaneció en pausa. Las tazas quedaron detenidas en el mismo estante —la tuya, con la oreja rota y esa línea de lápiz labial que ninguna esponja se quiso llevar del todo—. Los cubiertos hacen un ruido de cajón que me destapa los recuerdos; los platos, alineados como soldados que no recibieron la orden

Mara VII — Inventario de una casa (arqueología de lo que no vuelve) Leer más »

Mara VI — Pesadilla a quemarropa (el cuerpo recuerda antes que la mente)

Me desperté con el pecho abierto como una puerta forzada. El sueño no fue sueño: fue un disparo a quemarropa. Vos —Mara— con esa facilidad de hielo que a veces te salía por la boca me decías, sin pestañear, que todo el verano estuviste con otro. Un nombre cualquiera —Álvaro, digamos— para nombrar la sustitución.

Mara VI — Pesadilla a quemarropa (el cuerpo recuerda antes que la mente) Leer más »

Mara V — Manual para continuar: del hueco a la brújula (y el Mandalay como práctica)

Después del temblor, quedó el suelo. Me pedí un manual y me lo escribí. A vos, Mara, te dejo en el estante que te corresponde: pieza clave para entender mi mapa, no para volver a trazarlo. Si alguna vez golpeás de nuevo, que sea para comprobar que mi paz no negocia. Si no golpeás, que

Mara V — Manual para continuar: del hueco a la brújula (y el Mandalay como práctica) Leer más »

Mara IV — Exorcismos: borrar, entregar, vaciar (y cómo el vacío elige su dueño)

Los días siguientes fueron laboratorio. Borré fotos, chats, rutas. Saqué de la casa cada objeto con tu firma. Abrí las ventanas, encendí incienso en los lugares donde tu presencia había quedado pegada al revoque. El humo ardió voraz justo ahí. Le di a mis amigos las bolsas: “esto ya no vive conmigo”. Nunca había tirado

Mara IV — Exorcismos: borrar, entregar, vaciar (y cómo el vacío elige su dueño) Leer más »

Mara III — La casa limpia, la trampa del regalo, la negativa del abrazo (crónica del encuentro)

4:40 a.m. La casa limpia como en ceremonia: sábanas tensas, vasos alineados, la pecera por lavar como último altar. Me escribiste tarde, propusiste vernos, corriste el horario de las 14 a las 17. Fui al súper por café: dijiste tener prensa francesa y cero granos. Empezó todo por un descuento en tu cuenta de farmacia;

Mara III — La casa limpia, la trampa del regalo, la negativa del abrazo (crónica del encuentro) Leer más »

Mara II — Partitura del daño: roles, vacíos y el cuerpo como testigo

No quiero fallos; quiero balance. Pongo sobre la mesa lo que tocamos para que la canción terminara así. Tu parte (lo que mostraba la superficie):— “Estoy bien”, dicho con una temblorina mínima en la comisura.— La noche como feria: todo nuevo, todo brillante, nada suficiente.— El dinero como abrigo, el afecto como picazón.— Verdades tardías,

Mara II — Partitura del daño: roles, vacíos y el cuerpo como testigo Leer más »

Scroll al inicio