La Capke
Latte doble, tres leches. Telegram, un porro y Brando. En el patio reímos como niños. Esa noche sí nos quisimos.
Latte doble, tres leches. Telegram, un porro y Brando. En el patio reímos como niños. Esa noche sí nos quisimos.
Volví por el niño que dejé. Abrí el baúl: ángeles y demonios. La casa de la abuela dijo “gracias”. Me fui distinto.
Mi casa era linda. También un mausoleo. Cada mueble: una herida. Dormía entre estatuas mías.
Domingo, traje negro y barro. Techno en una RAM, sin batería. Una iglesia y yo, sin norte. La brújula hizo crack al mediodía.
Personas pasajeras. Diez almas y mis demonios. La casa crujía recuerdos. Yo aprendía a no dormir. —ahí empezó la grieta.
Anillos en la mesa de amigos. Se fueron y se me fue un peso. Me elijo sin testigos. Esa es mi épica.
Pedí un abrazo. “Y bueno, así es la vida”. La puerta cerró conmigo adentro. Afuera quedó tu nombre.
Patio: veinte cigarrillos por tus microinfidelidades.Living: Luis Miguel; “cantá”, dijiste.Canté llorando con la garganta rota.Ese día se quebró el nosotros y seguí mi voz.
Te vi “en línea” y me dio náuseas.Click en Eliminar.Lo que no borra la app,lo expulsa mi dignidad.
Enciendo el sahumerio redondo.“Te vas”, digo, y arden las esquinas.La paz no perfuma:desaloja.