Bitácora Perdida es el cuaderno abierto de Una Noche Más: un lugar donde quedan las cosas que no quieren irse. Acá conviven reflexiones, poemas y escenas sueltas; no persiguen un orden, prefieren la atmósfera: noche que respira, ciudad que murmura, cuerpo que recuerda, vínculos que laten. Son páginas para leer sin apuro, como quien se sienta en el balcón y deja que el humo piense por uno. A veces arden —con esa claridad breve que dan las heridas— y otras se posan, tibias, como una luz de cocina a las tres de la mañana. Hay ventanas abiertas, habitaciones en penumbra, calles mojadas, conversaciones que llegan tarde pero llegan. Cada texto es una puerta: podés entrar y salir sin mapa, seguir un rastro de palabras o quedarte mirando el silencio entre ellas. No prometen respuestas; proponen compañía, un ritmo para respirar distinto. Esta bitácora guarda lo que insiste en quedarse y lo ofrece con sencillez: un puñado de imágenes, un gesto de verdad y la calma de saber que, incluso en la noche, hay cosas que todavía alumbran.