A la mujer que en su momento conocí, y que sin saberlo me ayudó a abrir los ojos sobre el interés ajeno disfrazado de amor. Gracias a lo que viví con vos, hoy estoy con quien verdaderamente elige quedarse.
Hace mucho llegó a mi puerta un rostro bonito en busca de ayuda. En ese momento decidí abrir mi puerta y volver a hacer lo que en un pasado me prometí jamás volver a realizar, entrar en el alma de alguien. Como si de un teléfono se tratase, escuche sus sentimientos, pensamientos, emociones, deseos e historias. En más de una ocasión logró conmoverme con lo maravilloso y noble de sus actos, de a poco iba logrando entrar cada vez más profundo en mi corazón, que en ese tiempo se encontraba solidificado, como si de una piedra se tratase. Para permanecer allí tuve que sacrificar lo que en un tiempo pasado siempre anhelé, el amor. Todo el tiempo que pase escuchándola y ayudándola fue una guerra, pero no con ella, sino con mi corazón. Compartimos charlas interminables hasta altas horas de la noche, compartimos nuestros miedos, abrimos nuestras almas para que de una forma recíproca nos conozcamos al completo, ella estaba en medio de una encrucijada con su mente y corazón, yo por mi lado ya me encontraba en la pradera rodeado de flores donde en un tiempo pasado me tocó batallar. Resulta lindo ver como donde el pasado yace sepultado se crea vida, kilómetros y kilómetros de tumbas yacen sobre el campo floreado. En sus mejores momentos, cuando tenían vida, eran recuerdos, pero poco a poco mi mente los fue apagando, hasta el punto de extinguirlos. Solo yo sé el lugar exacto donde cada uno se encuentra, puesto que, algunas noches vienen a visitarme, para recordar lo que en un tiempo pasado logramos vivir juntos. Trate de hacer que ella se meta en mi mundo, pero tenía demasiadas cadenas en sus pies y una gran mochila en su espalda, recién se encontraba llegando a la batalla posiblemente más complicada de su vida; que es cuando uno se da cuenta que la vida no es como pensaba, cuando las personas que uno ama comienzan a irse, pero no por errores, si no por que crecen. Le resultó imposible comprender lo profundo de mi alma y mis sentimientos, por lo que decidí limitarme a enseñarle lo que su corazón podía entender y sus ojos ver.
Cuando llegó a mi puerta por primera vez, se encontraba en una relación con el diablo, o al menos de esa forma ella lo daba a entender. Estaba obstinada con la idea de que todo puede repararse y perdonarse, que el amor no tiene límites, y que aquel que abandona es un cobarde. Ayudar a alguien con estos pensamientos incrustados en su pensar, es igual que una misión suicida para aquel que brinda la ayuda, sin embargo, opte por no mirar hacia un lado y tomar cartas en el asunto. Fueron aproximadamente 7 meses los que estuve en su isla, y otros 4 meses que me costó volver a la mía. Como mencioné anteriormente, compartimos cosas tan profundas que mi corazón quedó encantado con ella, pero su corazón ya pertenecía a alguien más, al dolor. Habían palabras y actitudes que llamaban mi atención cuando ella me contaba cosas, era muy frecuente que hablase sobre su dolor que era causado por el amor que le tenía al diablo, esperaba acciones muy concretas de él que jamás se le llegaron a cumplir. Entre ambos habían acciones completamente iguales, pero que en ese momento no lograba ver, sus quejas eran las mismas que las de él, las del diablo. Esta obstinación que ella tenía por el dolor, me hizo cuestionarme algo muy importante, pero cuando llegué a verlo, ya era demasiado tarde.
Por lo que me había contado, y lo que mi corazón cegado por un amor oculto había logrado entender, era una persona brillantemente hermosa. No podía comprender como un ángel podía estar con el diablo, meses me pasé dándole vueltas a esa paradoja. Pero, no fue hasta el momento donde ella no necesitaba más mi ayuda que comencé a verlo. No tan solo aceptamos el amor que creemos merecer, sino que también, muy en el fondo estamos con personas similares a nosotros, por lo que, si un ángel y un diablo tienen una relación amorosa, es porque algo hay detrás. Cuestiones así de profundas son resueltas con el pensamiento lógico, con lo simple. Algunos podrán decir que el amor nos hace ciegos, que es una obsesión, pero yo prefiero justificarlo con la psicología, las personas que disfrutan de ser dañadas psicológicamente por su pareja, es decir, las que aceptan e insisten en tener vínculos tóxicos y nocivos para su salud mental, son aquellas que adoptan un perfil específico (del cual hablo en algunos de mis escritos) ese perfil es el del factor humano, que involucra lo vivido y comprendido a lo largo de las distintas etapas de crecimiento; Infancia, niñez, adolescencia, adultez. Los traumas no resueltos de nuestra infancia u de otro momento de nuestra vida acompañado de nuestras memorias, son los que más tarde dictaminan cómo nos comportamos, que permitimos, que tanto establecemos límites, como socializamos, y sobre todo, como queremos. Cada vez me asombro más al ver, que el ser humano, desde lo social, depende absolutamente de su familia para tener una buena implementación en la sociedad de hoy en día. Yo mismo padecí estar dentro de vínculos nocivos y tóxicos, viví en carne propia lo que es no querer soltar algo por miedo a perderlo, a creer que luego no hay nada, más que vació. Un pensamiento errado, que para la edad que tenemos a lo largo de la adolescencia, tiene sentido, ya que somos eso, humanos. Comprender el porqué de tanta dualidad amándose así existía, me lleno la cabeza de dudas y el corazón de preguntas. Pero, hay cosas que no pueden ser respondidas por el humano, empero si por el tiempo. Al marchar de su isla, de su vida, mi corazón volvió a convertirse en piedra, mi mente, abatida por la derrota que no supo anticipar, se volvió más sabía, recordando por siempre aquel día en el cual decidió abrirle la puerta a aquel rostro de cara bonita y de alma presuntamente similar, sin saber que era la mujer del diablo.
hummm